La búsqueda del amor, ser queridos, es un motor tan poderoso que siempre hace que las obras, las películas, las series que hablan de eso sean muy atractivas. Pero lo que sí cambia es la forma. No es lo mismo una comedia de Howard Hawks de los años 50 y una de Nora Ephron de los 80 o 90. Hay unos parámetros sociales que cambian. Ahora el tema del género está más presente y la diversidad LGBTQ+, y por eso cambia la forma. Y la motivación a la hora de escribir ‘Smiley’ fue esa: recuperar los elementos narrativos de la comedia romántica clásica con todos sus clichés y trasladarla a una historia de dos hombres.

No es una historia de gays, sino una historia de amor donde todo el mundo se sentirá identificado.

La serie de ocho episodios, que se mueven entre los 30 y 40 minutos, gira en torno a una pareja gay, con un sobrevuelo sobre otras relaciones homosexuales, pero no pierde de vista todas los vínculos amorosos posibles.

Protagonizada por Carlos Cuevas, el alumno más inteligente y provocador que tuvo ‘Merlí’, Smiley eligió una dinámica moderna para contar, en clave inicial de enredo, cómo se viven el amor y el desamor en tiempos de reivindicación de la diversidad. No hay bajada de línea, hay libertad.




La propuesta -basada en obra teatral de Guillem Clua- entretiene e invita a repensar sobre esquirlas de viejos prejuicios sociales y culturales, sin proponerse ser un manifiesto sobre el universo LGBTQ+. Tampoco es una novela romántica con buenos, malos y villanos.

Aborda el amor desde otro ángulo, con personajes pintorescos y con parejas de segunda y tercera línea del relato que seguramente dejan al espectador con ganas de más pantalla.



Apoyada en imagen con emoticones y señales muy reconocibles de las redes sociales, Smiley se enmarca en los cuentos de los tiempos modernos. Pero, curiosamente, Alex, el personaje central que encarna Cuevas, elige un teléfono fijo, con cable y todo, para dejar un mensaje. Un mensaje despechado en un celular equivocado.

Cree que le habla al muchacho que lo plantó, pero por caprichos del guion terminó deshojando su pena en la casilla de Bruno, un arquitecto más formal que él, pero también gay. Y sin pareja a la vista. A partir de esa confusión nace uno de los amores de la serie que está en el top ten de la plataforma en su semana estreno.

Cabe destacar que Daniela Romo forma parte del soundtrack de la serie con su icónico tema “Yo no te pido la luna”  la cual ha prevalecido en la memoria colectiva de los hispanoparlantes, siendo así que en el 2008 la revista  Rolling Stone ubicó la versión de Daniela Romo, como una de las 50 canciones más influyentes del Pop latino, ubicándola en el lugar número 9.

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